La lucha contra los campos electromagnéticos

Cada vez más gente está preocupada por el efecto que las ondas de móviles, antenas o wi-fi pueden generar en nuestra salud. En torno a esta cuestión hablamos con Raúl de Rosa, una de las personas más reconocidas en la materia y director del Área de Contaminación Electromagnética de la Fundación Vivo Sano,

La sociedad está cada vez más preocupada por los efectos que puedan producir en su salud las ondas electromagnéticas. Los organismos oficiales, como el informe del Comité de Expertos del Ministerio de Sanidad, han realizado recomendaciones a la población, sobre todo, a los grupos más vulnerables como niños/as y personas mayores, aunque no realizan ninguna vinculación directa con la generación de enfermedades.

 

Para saber un poco más del tema hemos hablado con Raúl de la Rosa, director del Área de Contaminación Electromagnética de la Fundación Vivo Sano quien lleva años luchando para que no se coloquen señales wi-fi en los colegios.

 

¿Nos puede explicar qué es un campo electromagnético (CEM)?

Los campos electromagnéticos son radiaciones, energía transmitida por ondas de diferentes frecuencias y longitudes, en una asociación de ondas eléctricas y magnéticas.

 

Para hacernos una idea de su naturaleza, podemos atar una cuerda larga a cualquier punto, sujetamos el extremo libre y lo movemos lentamente arriba y abajo, esto generará una única onda de gran tamaño; si hacemos un movimiento de vaivén más rápido se generarán muchas ondas pequeñas. La longitud de la cuerda es en todos los casos la misma, por lo que cuantas más ondas se generen (mayor frecuencia), menor será la distancia entre las mismas (menor longitud de onda).

 

Así pues, la frecuencia es el número de oscilaciones de la onda por segundo (se mide en hercios: ciclos por segundo), y la longitud de onda es la distancia entre una onda y la siguiente (se mide en mm, cm…). Por tanto, la longitud de onda y la frecuencia están intrínsecamente unidas: cuanto mayor es la frecuencia, más corta es la longitud de onda.

 

Cuanto más elevada es la frecuencia de la radiación, mayor es la cantidad de energía que transporta la onda. Podemos dividir a las radiaciones en ionizantes y no ionizantes. Las radiaciones ionizantes transmiten energía suficiente como para romper los enlaces químicos, lo que se conoce como ionización: rayos gamma, rayos X o radiación ultravioleta de alta frecuencia.

 

A diferencia de las radiaciones ionizantes, los campos electromagnéticos de menor frecuencia no producen ionización: radiofrecuencias, microondas, infrarrojos, luz visible y ultravioleta de frecuencias bajas, pero esto no quiere decir que no produzcan importantes efectos biológicos y que puedan ser perjudiciales para la salud.

 

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¿Por qué cree que afectan a nuestra salud?

En las últimas décadas, se han publicado numerosos artículos científicos sobre los efectos biológicos de los campos electromagnéticos de altas y bajas frecuencias. Miles de investigaciones científicas están disponibles y muestran claramente que las directrices nacionales e internacionales que se rigen por el efecto térmico en el organismo están totalmente desfasadas y son inapropiadas para proteger la salud de la población.

 

Según muchos experimentos de laboratorio y estudios epidemiológicos, buena parte de los niveles de los campos electromagnéticos presentes en el medio ambiente o en el interior de los edificios son superiores a lo que se puede considerar garantista para proteger la salud.

 

El principal efecto de los campos electromagnéticos de altas y bajas frecuencias, como los emitidos por la telefonía móvil o las redes eléctricas, no es el calentamiento de los tejidos del organismo, aunque éste pueda producirse en determinadas circunstancias.

 

Actualmente, se han confirmado en diferentes estudios efectos adversos en las personas expuestas en exposiciones residenciales a corto, medio y largo plazo a campos de bajas y altas frecuencias de líneas eléctricas de alta tensión, antenas de telefonía móvil o de radio y televisión.

 

Los llamamientos científicos hace años que vienen advirtiendo que muy por debajo del valor límite de exposición establecidos oficialmente se pueden producir efectos perjudiciales para la salud.

 

En su libro ‘La enfermedad silenciada’ habla de una “pandemia” que se está extendiendo por todo el planeta rápidamente, ¿las autoridades no hacen lo suficiente para informar a la población?

En España las autoridades políticas y sanitarias mantienen un silencio absoluto, como si el problema no existiese, y más cuando el porcentaje de afectados se eleva peligrosa y progresivamente. Precisamente, por ese silencio sanitario y la falta de reconocimiento político de la problemática, multitud de enfermos están siendo tratados erróneamente, con el riesgo que esto supone para su salud y el gasto sanitario innecesario que conlleva, especialmente en el ámbito de la fibromialgia, fatiga crónica, trastornos del comportamiento y del sueño, etc.

 

Por tanto, en un mundo cada vez más interconectado, ¿piensa que se van a incrementar los casos de hipersensiblidad a los CEM?
En el ámbito científico se estima que este porcentaje es superior a un 10%. La Declaración de París consideraba en el 2007 que las poblaciones vulnerables equivalían entonces a un 40-50% de la población total. Los especialistas y expertos aseguran que estos porcentajes pronto se elevarán, y que más de una cuarta parte de la población estará altamente electrosensibilizada, y que para el 2020 la mayoría de la población padecerá no sólo los riesgos inherentes de contraer determinadas enfermedades y trastornos en un plazo medio o largo, sino que de forma instantánea sentirá en su organismo cada nueva exposición en diferentes formas: mareos, pérdida de concentración, decaimiento y malestar general, enrojecimiento de la piel, eccemas, alergias frecuentes, sensación de escozor, picor, calor anormal o quemazón, sequedad de las vías respiratorias superiores o irritación de los ojos, sensación de gripe, inflamación de las mucosas, indigestión y trastornos intestinales, alteraciones en la temperatura corporal, dolores musculares, sensación de hormigueo y parestesias, inflamación de nódulos linfáticos, problemas gastrointestinales y renales, dolores de dientes y mandíbula, etc.

 

¿Y qué le comenta la gente al respecto? ¿Está concienciada?

Desde la Fundación Vivo Sano hemos realizado encuestas donde se comprueba la gran preocupación ciudadana que existe. La gente reclama soluciones, pero sólo reciben silencio cuando no descalificaciones por parte de los entornos afines a los generadores del problema. Pero la ciudadanía está cada vez más informada de los estudios científicos y de los múltiples llamamientos de organizaciones médicas y científicas internacionales y no se deja manipular fácilmente.

 

Hay estudios, como el que elaboró en 2012 la Comisión de Expertos del Instituto de Salud Pública de Noruega, que señala que no hay pruebas científicas de que la exposición a campos electromagnéticos tengan efectos adversos sobre la salud, ¿qué contesta a este tipo de informes?

Simplemente no hay más que hacer un somero repaso a los miles de trabajos científicos para comprobar que hay pruebas más que suficientes para levantar la voz de alarma. Algún día la sociedad deberá reclamar responsabilidades a todos los que desde determinadas posiciones de privilegio niegan o ningunean este grave problema sanitario y social.

 

A los que planteen dudas sobre la problemática, les recomendaría que leyeran un poco más de literatura científica y que repasaran estas recomendaciones:

  • Adoptar todas las medidas razonables para reducir la exposición a los campos electromagnéticos, especialmente a las radiofrecuencias emitidas por los teléfonos móviles, y en especial la exposición de los/as niño/as y jóvenes que al parecer corren el mayor riesgo de tumores de la cabeza;
  • Desarrollar, en los distintos ministerios (educación, medio ambiente y sanidad), campañas de información específicas dirigidas al profesorado, las madres y padres y los/as niños/as para advertirles de los riesgos específicos del uso precoz, indiscriminado y prolongado de los teléfonos móviles y de otros dispositivos que emiten microondas;
  • Dar preferencia para los/as niños/as en general, y en especial en los centros de enseñanza y en las aulas, a las conexiones a Internet por cable, y regular estrictamente el uso de teléfonos móviles por parte de los/as niños/as en el recinto escolar;
  • Poner en práctica campañas de información y sensibilización sobre los riesgos de los efectos biológicos potencialmente nocivos a largo plazo para el medio ambiente y para la salud humana, especialmente dirigidas a los/as niños/as, adolescentes y jóvenes en edad reproductiva;
  • Determinar la ubicación de cualquier nueva antena GSM, UMTS, wifi o wimax no basándose únicamente en los intereses de las operadoras, sino en consulta con las autoridades locales y regionales, los residentes locales y las asociaciones de ciudadanos afectados;
  • Establecer normas urbanísticas que requieran una distancia de seguridad entre las líneas de alta tensión y demás instalaciones eléctricas y las viviendas;
  • Aplicar normas de seguridad estrictas para que las instalaciones eléctricas de las nuevas viviendas sean adecuadas.
  • Reducir los niveles de exposición para las antenas de conformidad con el principio ALARA e instalar sistemas de seguimiento global y continuo de todas las antenas.

 

¿Qué consejos ofrece a la gente ante los CEM?

  • Lo primero es informar a la población de los riesgos potenciales del uso de las tecnologías y dispositivos inalámbricos, teléfonos móviles, teléfonos inalámbricos, wifi, vigila-bebés, hornos microondas, etc., así como de líneas eléctricas, transformadores, etc.
  • Aconsejar a los usuarios evitar al máximo el uso de los teléfonos móviles o al menos limitar las llamadas por teléfonos móviles y utilizar una línea telefónica para las conversaciones largas. Igualmente hay que reducir al máximo el uso de aparatos emisores de campos electromagnéticos de baja frecuencia: batidoras, secadores de pelo manuales, radiorrelojes, etc.
  • Evitar o limitar el uso de los teléfonos móviles e inalámbricos a niños, jóvenes y adolescentes al nivel más bajo posible y prohibir, de una manera urgente, a las compañías de telecomunicación de la comercialización y publicidad dirigida a ellos.
  • Usar dispositivos de manos libres (altavoz o auriculares), para cada teléfono móvil e inalámbrico.
  • Planificar la instalación de antenas estaciones base y otras infraestructuras de telecomunicaciones y eléctricas (línea de alta, media y baja tensión, transformadores, etc.) para reducir al mínimo la exposición humana.
  • Definir zonas urbanas libres de emisiones, en edificios públicos (escuelas, hospitales, áreas residenciales) y en los sistemas de transporte público, con el objetivo de permitir el acceso a las personas sensibles a campos electromagnéticos o que no deseen recibir dosis innecesarias.

 

Respecto a los colegios, ¿están siguiendo las recomendaciones de instalar Internet por cable?

Viendo los resultados de muchos estudios científicos sobre niños sometidos a campos electromagnéticos y que sufren alteraciones en su comportamiento, así como retrasos en el aprendizaje, deberíamos eliminar en la escuela y en el hogar campos electromagnéticos artificiales. Desde la Fundación Vivo Sano llevamos a cabo la campaña ‘Escuela sin wifi’ para tratar de eliminar las radiaciones del wifi. De momento no ha habido una respuesta política acorde a la gravedad del problema, aunque sí que hay colegios que están eliminando el wifi y pasándose al cable, y esperamos que pronto muchos más lo hagan para proteger la salud de los niños y de los profesores y trabajadores de los colegios.

 

¿Hay una legislación adecuada tanto a nivel nacional como europeo que adopte medidas para paliar las consecuencias de los CEM?

Actualmente, hay un vacío legal en cuanto a las recomendaciones y los valores establecidos por la ley sobre exposición a campos electromagnéticos de radiocomunicación vigente en nuestro país no tiene en consideración lo anterior y no aplica el Principio de Precaución ni los márgenes de seguridad recomendados por la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa, a través de la Resolución 1815 del 27 de mayo de 2011, cuando, además, la Agencia Internacional de Investigación del Cáncer de Organización Mundial de la Salud (OMS) las ha clasificado dentro del grupo 2B, como posible carcinógeno en humanos.

 

¿Cuál cree que es la solución ante la proliferación de estas radiaciones?

Desde hace bastante tiempo estamos en conversaciones con diferentes partidos políticos e instituciones locales, autonómicas y estatales para que tomen cartas en el asunto y empiecen a responder a sus obligaciones como responsables de la salud ciudadana. No hay más camino que el que deriva de las competencias políticas, y mientras el Estado no responda a la realidad actual del problema, los ayuntamientos como primeros garantes de la salud vecinal deberían hacer su propia normativa en relación a la exposición a campos electromagnéticos, así como las propias autonomías.


@_Guiomar_

Patricia Moratalla

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