¡Marchando una hamburguesa de gusanos búfalo!

La comercialización de insectos en Europa ya es un hecho. Pueden acceder al mercado común cuando se acredita su uso seguro y extendido entre la población de un país tercero durante un mínimo de 25 años. No dejan de ser una alternativa más al consumo tradicional, como alimentarse solo a base de batidos. ¿A quién le apetece ser el primero en probar?

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Hasta noviembre de 2015, el uso de insectos en la alimentación no se había regulado de manera clara en la Unión. La mayoría de Estados miembros lo prohíbe, aunque algunos son más tolerantes que otros, como por ejemplo el Reino Unido (a pesar del Brexit), donde se venden gusanos de harina, grillos o saltamontes, o Bélgica, donde desde septiembre de 2014 se autoriza la comercialización de una decena de invertebrados.

 

Precisamente, en Bélgica y Holanda hay dos grandes superficies que venden hamburguesas, nuggets y otros productos a base de insectos. En el caso belga, se trata de la cadena de supermercados Delhaize, una de las mayores del país, donde desde octubre de 2014 se puede encontrar hamburguesas a base de gusanos búfalo y patés con insectos.

 

La acogida del público a estos nuevos productos, según explicó el portavoz de Delhaize, Roel Dekelver, no ha sido de momento demasiado entusiasta. “No podemos decir que se trate de un verdadero éxito. Pensamos que es un poco pronto para la mayoría de los consumidores”. Francamente, Roel, estamos de acuerdo.

 

Todo en un batido

Soylent es el nombre de una marca de batidos que nacen como alternativa a la comida tradicional y han causado un gran revuelo en EE.UU en los últimos años.

 

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Para su creador, Rob Rhinehart, se trata del “producto más sencillo con el que podemos sobrevivir”. Considera que “el sistema de alimentación convencional es demasiado complejo, demasiado caro y demasiado frágil puesto que las fábricas son muy poco eficientes, la nutrición es un problema de ingeniería y todo alimento que no esté en estos batidos es comida recreativa”.

 

En esencia, Soylent es una bebida que contiene los treinta y cinco nutrientes necesarios para una dieta saludable. Está basado en maltodextrina, proteína de arroz, harina de avena, aceite de colza y de pescado y una mezcla de vitaminas y minerales.

 

La idea nació, como tantas otras start-ups, en un apartamento de tres veinteañeros en San Francisco. Habían conseguido financiación para desarrollar un sistema de torres telefónicas baratas, pero, a finales de 2012, el proyecto no despegaba. Rhinehart era uno de ellos. Con cada vez menos dinero para acabar su proyecto, este experto en computación y electrónica intentó gastar lo menos posible en comida.

 

Los menús de un dólar y la pizza no parecían una buena solución a largo plazo. Hasta que decidió investigar cuáles son los nutrientes básicos, qué cantidades recomiendan las organizaciones médicas, y los mezcló con agua en una batidora. Ya tenía el alimento saludable más barato y con menor tiempo de preparación posible, perfecto para dedicar todas sus energías a impulsar su empresa.

 

Quienes han probado Soylent, dicen que no sabe mal, pero tampoco es ninguna delicia. Es, sobre todo, aburrido. Esperemos que no sea así lo que el futuro (alimentario) nos depare.

 

Pero, ¿qué me estoy comiendo?

¿Qué llevan realmente los alimentos que estamos comiendo? En muchas ocasiones, el etiquetado no es sencillo de entender, ni siquiera, debido al tamaño, fácil de ver. Con el fin de saber qué contienen los alimentos que consumimos se ha creado un dispositivo denominado TellSpec, un sistema que consta de tres partes: un escáner espectrómetro, de apenas 80 gramos de peso y que se puede llevar siempre como si fuera un llavero; un algoritmo que analiza la información que envía el láser a la nube sobre lo captado y una aplicación en el smartphone que recoge los resultados del análisis antes de ingerir el alimento en cuestión.

 

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Externamente, el aparato solo lleva un botón para disparar el rayo láser de baja intensidad sobre los alimentos, sólidos o líquidos, ya que el láser puede recoger información a través de plásticos y cristales.

 

El aparato envía a la nube la información que recoge y vuelca los resultados en el smartphone del usuario. De esta forma, podrá saber si el alimento contiene alguna propiedad al que es alérgico (información que debe proporcionar con anterioridad a la aplicación), pero también los componentes químicos o las propiedades calóricas y nutritivas. A partir de ahí también se puede seguir con mayor rigor las dietas.


@_davidbarreiro

Javier Montes

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