Aviones en el objetivo

Imponentes aeronaves cargueras, jets de menores dimensiones o aviones de pasajeros. Todos ellos son susceptibles de ser cazados por los objetivos de los ‘spotters’, aficionados a la aeronáutica y a la fotografía que se dan cita en las cercanías de los aeropuertos de prácticamente todo el mundo para captar impresionantes instantáneas. Hablamos con la Asociación de Spotters de Valencia.

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Es fácil encontrarlos en las inmediaciones de los aeropuertos, suelen lucir chaleco naranja y, cámara en mano, localizan e inmortalizan los aviones que surcan los cielos. También los que despegan y alzan el vuelo así como aquellos que aterrizan a escasos metros de sus miradas. Son los spotters o, lo que es lo mismo, apasionados a la aeronáutica y aficionados a la observación de aviones.

 

El spotting, que así se llama esta actividad, se remonta a la II Guerra Mundial, cuando surgió la necesidad de llevar un registro de los aviones que despegaban y aterrizaban para tener constancia de las aeronaves que habían sido abatidas por el enemigo. Se crea entonces una figura, cuya función consistía en anotar las matrículas, que ha llegado hasta la actualidad aunque, eso sí, con fines nada bélicos, al revés. “Lo mejor es el buen ambiente que se crea entre todos”, explica Ignasi González, el joven presidente de la Asociación de Spotters en Valencia (@VLCspotters) que aúna alrededor de medio centenar de locos por los aviones. “El spotting es una afición que conecta, en realidad, dos aficiones: hay gente que ha llegado a la aeronáutica por la fotografía y viceversa”.

 

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Se desarrolla la charla y  las naves sobrevuelan las cabezas o se aproximan a pista mientras los spotters no pierden detalle. “Por allí va el T80 de Dubái rumbo a Madrid”, señala Javier Vicedo, quien lleva más de treinta años observando aviones. A él le fascina tomar fotos del humo de los aterrizajes. “Cuánto más humo, más mérito tiene”. Javier recuerda como un momento muy especial cuando vio por primera vez en el año noventa el 727 rasgando el cielo valenciano. “Ese avión es el que más me ha impactado, un monstruo con tres pilotos. Hacía muchísimo ruido y cubría la ruta Barcelona-Valencia”.

 

 

La importancia del lugar

Para cazar a estos enormes pájaros de hierro hay que tener en cuenta dónde colocarse. La ubicación no es baladí. “Depende de dónde aterricen hay que buscar una orientación u otra. Una de las cosas más divertidas del spotting es que es una aventura”, explica Ignasi. Tanto es así que los miembros de esta asociación se organizaron y fueron a ver el primer vuelo comercial del aeropuerto de Castellón. “Llegamos antes para investigar dónde ponernos”. En Valencia es habitual encontrarlos los viernes por la tarde en un montículo cerca de la pista 12 del aeropuerto de Manises. Para unirse a este grupo no hay más que acercarse allí y compartir esta pasión. Hay gente de todas las edades “y todo el mundo es bienvenido”, asegura el presidente. El pequeño Héctor suma cinco años y se muestra fascinado por el espectáculo que ofrece la tarde por cortesía de los aviones.

 

La excursión a Castellón no es anecdótica. Recientemente estuvieron en Albacete y asistieron a unas jornadas donde aviones militares de todo el mundo se dan cita en la ciudad manchega. Los cazas, según sostienen, son los “Fórmula 1 de los aviones. Su sonido y sus despegues son espectaculares. Son un motor con alas”, coinciden. Próximamente asistirán al aniversario de la Patrulla Águila en Murcia.

 

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También organizan eventos. Recientemente, de la mano de Aena, disfrutaron del “Spotter’s Day”, que consistía en “observar y fotografiar los aviones desde dentro del aeropuerto, a 50 metros de la pista”. Ahora están moviendo hilos para realizar una exposición con sus instantáneas. Lo cierto es que la mayoría de estos spotters van bien equipados con buenas cámaras y teleobjetivos. Aunque, en todo caso, disponer del material “no es requisito para pertenecer a la asociación, pues hay quien viene sólo a mirar o a grabar en vídeo, como hace Salva Llorens“, manifiesta Ignasi. De hecho, Alicia Benlloch asegura que “disfruta muchísimo” viéndolos y Emilio Cloquell, que vive en Londres, aprovecha cada vez que viene a España para unirse al grupo.

 

 

Esos viejos rockeros

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¿Y cuáles son los aviones más especiales?, se les pregunta. “¡Los rusos!”, responde ávido el spotter Adrián Alamar. “Nos emocionan, tienen algo especial porque son muy ruidosos, espectaculares y extravagantes con una estética particular. Este verano he visto uno un par de veces a la semana que hacía Valencia-Malabo”, revela. Estos aviones son tan imponentes porque “son los de la desaparecida URSS y venían a ser la competencia de los aviones americanos durante la Guerra Fría. Al final, los rusos se quedaron estancados con los aviones soviéticos, mientras que en Estados Unidos y Europa siguieron avanzando”, cuentan Adrián y el presidente. “La gracia –continúan- es que es como si aterrizara un avión hace treinta años porque ahora es todo mucho más suave y menos escandaloso”. “Los aviones rusos son unos rockeros, como los americanos antiguos; los actuales, música clásica”, comentan.

 

Pero vengan de donde vengan los tienen a todos más que controlados. La Asociación de Spotters de Valencia dispone de la aplicación de móvil ‘Fly Radar 24’ que indica en tiempo real dónde están las naves, qué ruta cubren en ese momento y otros tantos datos informativos. “Esta herramienta nos facilita mucho las cosas porque desde casa ya vemos lo que nos viene”, indica Ignasi González. Al día se pueden ver centenares y, según mantienen los spotters, ellos son capaces de distinguirlos por el ruido o por las estelas que dibujan en el cielo.

 

Por Valencia pasa la aerovía de entrada a Madrid desde el Mediterráneo y gran parte de las aerovías que van desde Reino Unido y Francia hasta África. “Aquí está una encrucijada”, explica Vicedo, al tiempo que Ignasi resalta que “la gracia es coger aviones fuera del tráfico habitual, con compañías que no suelen operar y van en un chárter, modelos raro o pinturas no habituales por algún evento”.

 

Pero “la niña bonita”, como la llama Javier, “es el Boeing 767 que sale a las 21 horas. Es el avión más grande que hay en Valencia y lo utilizan muchas compañías para hacer vuelos transoceánicos”. En concreto, el que despega desde esta ciudad “es un carguero que todos los días cubre la ruta Colonia-Valencia con escala en Barcelona”. Precisamente por la capital catalana inició su entrada a España por primera vez hace dos años el A380, el avión de pasajeros más grande del mundo. Es un dato que aporta Javier Vicedo. Y mientras describe este aparato los pilotos del avión que está a punto de echar a volar saludan al grupo de spotters desde la ventanilla. “¡Es habitual! Se crea empatía entre nosotros y ellos”, indican desde la asociación. Al fin y al cabo, unos y otros están fascinados por lo mismo.

 

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@Lorena_Padilla

Laura Bellver

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