El pueblo busca vecinos

Puede parecer un tema del pasado, pero nada más lejos de la realidad, pues la despoblación es una cuestión del presente. Las localidades afectadas por este fenómeno se ven abocadas a la desaparición, a no ser que haya quien decida instalarse en ellas y emprender una nueva vida.

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La fiebre urbanita levanta pasiones de quienes se entregan al ritmo acelerado de las calles de asfalto, miran a cielos que acarician azoteas, gozan de la diversidad cultural que se respira en cada rincón o asimilan y aceptan que las palabras “cerca” y “lejos” son absolutamente relativas dentro de una misma ciudad. Los pueblos pequeños situados en zonas rurales conquistan corazones atraídos por el aire puro, la tranquilidad o quietud –según se mire– que liga a la perfección con un tempo mucho más pausado y techos a los que se pueden subir con escaleras que no rasgan el inmenso azul. Ahora bien, si hay algo que abunda en la primera opción y se echa en falta en la segunda, eso es la gente.

 

Esta situación se desmarca de la mera anécdota en muchos más lugares de los que se pudiera pensar en un primer momento, convirtiéndose “en un problema gigantesco”. Así lo califica Luis del Romero, geógrafo y coordinador de la asociación cultural sin ánimo de lucro Recartografías, cuyo objetivo es la custodia del territorio para combatir el abandono en el medio rural.

 

Según Del Romero “no se tiene esta percepción socialmente, pero es una realidad”, y avala sus palabras asegurando que “en Galicia hay cientos de pueblos abandonados y uno de cada tres son terminales; en la provincia de Teruel, el 40% de los municipios está en esta situación”, lo que significa que, si no hay inmigración,  “estas localidades acabarán por desaparecer”.  De hecho, en la provincia de Huesca, añade este geógrafo, “¡se han abandonado más de 200 pueblos!”

 

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Luis, que coordina a una docena de voluntarios entre geógrafos, historiadores, ambientólogos y arqueólogos, que trabajan especialmente en las comunidades valenciana y aragonesa, tilda el panorama actual de una ” realidad absurda”, ya que en la ciudad “hay gente con estudios desesperada porque no encuentra empleo y, en muchas ocasiones, tiene a apenas una hora un lugar que necesita urgentemente jóvenes con ganas de trabajar”. Por ello, esta asociación se ha propuesto conservar los valores culturales y naturales de estas zonas para intentar facilitar su desarrollo y evitar que desaparezcan del mapa. Literalmente. “Si miras un mapa de hace 50 años del Penyagolosa y uno actual, verás que hay pueblos que ya no están”, asegura Del Romero.

 

Conservación del territorio

La estrategia a seguir para combatir el fenómeno se basa en acuerdos de custodia del territorio entre los propietarios de las tierras o casas –que están abandonadas en muchos de estos casos­– y los voluntarios para que éstos últimos apliquen las políticas de conservación y gestionen la zona para devolverla a la vida. En estos momentos tienen en marcha el proyecto en Mas Blanco, una pedanía de San Agustín (Teruel) donde vive un matrimonio inglés que “ni siquiera habla castellano”, según confirma el alcalde, Juan Robles. El primer edil cuenta que “hace un par de años vivía una familia, pero fallecieron ya”. De hecho, ese es uno de los orígenes del problema: los vecinos desaparecen y no se repuebla. Así lo explica Luis, quien añade que otra de las causas viene dada por la migración a la urbe, a la ciudad, en detrimento del censo de los pueblos.

 

Según mantiene el alcalde, Mas Blanco llegó a tener en otros tiempos unos 200 habitantes, prueba de ello es la existencia de un horno popular, la típica casa de la maestra y una escuela que data, por cierto, de 1950. El ayuntamiento de San Agustín ha llegado a un acuerdo con Recartografías por el que cede el uso de estas propiedades municipales a la asociación, que se compromete a mantenerlas, arreglarlas e iniciar actividades, como crear un centro de naturaleza, que pueda dar uso a las construcciones y atraer a cuantos más, mejor. Y si esas personas se convierten en vecinos, aunque sean estacionales, “sería estupendo”, coinciden ambos. Muy desencaminados del todo no irán, pues Juan Robles asegura que “ya se están comprando terrenos en esa zona”, lo cual “es una magnífica noticia”. 

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@Lorena_Padilla

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