De la música, el jazz y el saxo

Nos sumergimos en el mundo del jazz con el joven saxofonista ibicenco Franco Botto, cuyo perfil sirve para conocer los retos que ha de afrontar aquel que quiere comenzar desde cero y avanzar en el complicado escenario del reconocimiento y de las oportunidades musicales.

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Son las ocho de la tarde, y los últimos rayos de sol de un martes de mayo me sitúan en Café Berlin, un pequeño local con encanto en una de las zonas más bohemias de Valencia. Perfecto lugar de encuentro para recibir entre cafés y libros a uno de los saxofonistas del momento. Esta vez sin su boina y acompañado siempre de su más preciado instrumento, el saxo, Franco Botto llega puntual sobre su bicicleta y me recibe con esa gran sonrisa que le caracteriza, listo para sentarse en el Chester de Ruzafa.

 

A tus 22 años estás totalmente sumergido en el mundo del jazz. Actualmente estudias en el Conservatorio Superior de Música Joaquín Rodrigo de Valencia, tocas en tu tiempo libre y también colaboras con varios grupos. ¿Desde cuándo te interesaste por este tipo de música? No te sabría decir una edad exacta, pero yo creo que sobre los 13 o 14 años empecé a sentir curiosidad por el género. Soy ibicenco, y allí no hay una amplia gama de posibilidades a escoger en cuanto a formación. Justamente cuando pienso en Ibiza, pienso en música… Sí, pero ¿en qué tipo de música piensas? Ibiza en sí no tiene una cultura jazzística. De la isla ha salido algún que otro músico, pero no muchos que se hayan dedicado profesionalmente a ello.

 

 ¿Antes de decantarte por el mundo de la música, aspirabas a algún otro tipo de oficio? Cuando era niño quise ser muchas cosas. Desde la arqueología, pasando por la medicina, para acabar en arquitectura. Probablemente si no fuese músico, sería arquitecto.

 

¿Supuso tu elección algún tipo de conflicto familiar o tus padres te apoyaron desde un principio?

Al principio no, pero cambiaron de opinión cuando se dieron cuenta de que ser músico era lo que realmente deseaba. Además soy muy cabezota y lo que me propongo lo consigo. Mis padres han tenido siempre los “prejuicios del músico”, de la “vida perra”, y siempre con el “es que no hay salidas” en la boca. Y no es verdad, sí que hay salidas, pero es como todo, hay que moverse.

 

 ¿Cómo describes tu proceso de formación?

Yo me decanté por la música a los 7 años pero no como algo de futuro sino más bien como un hobbie que fue sustituyendo cada vez más al deporte. Ya con 16 años decidí dedicarme profesionalmente a la música y, un poco más adelante, me definí en mi estilo. Me costó mucho, ya que en dos ocasiones no superé la prueba de acceso para entrar en el conservatorio de Mallorca y estuve un año como autodidacta hasta entrar en el de Valencia. He de admitir que como estudiante soy un pelín desastre, soy más bien de “todo en el último momento” y como siempre le he puesto más pasión que horas, los exámenes no me han salido nada mal.

 

¿Qué buscabas como estudiante de música y qué te has encontrado?

Realmente no voy buscando nada, es simplemente el hecho de hacer algo que te haga feliz y te sientas realizado. Hacer lo que te gusta es la mayor satisfacción que puede encontrar una persona. Y, fuera modestias, en cuanto a tu nivel –risas- me dicen mucho que he evolucionado. El hecho de tener a un profesor detrás metiendo caña se nota en el resultado.

 

¿Porqué te decantaste por el saxo?

Esta pregunta va a hacer que baje mi caché un montón –risas-. Cuando mis padres me llevaron al conservatorio me dijeron que eligiera un instrumento, y yo quería tocar el violín. No había plazas, tampoco de piano, así que el saxo lo escogí más bien por descarte. Una vez iniciado puedo decir que ha sido una de las mejores decisiones de mi vida.

 

Sabemos que aparte de tocar con diferentes grupos, participas en jam sessions en tu tiempo libre. ¿Es la jam session la verdadera esencia del jazz?

No sé si es la verdadera esencia, pero es algo muy importante y muy propio del estilo. El hecho de juntarte con gente que no conoces y conectar gracias al lenguaje del jazz es algo muy mágico.

 

Pero las jamm son complicadas por el mero hecho de tener que improvisar.

Cuando comencé en Ibiza éramos siempre la misma gente en las jamm y no había hueco al pudor porque conocía a todas las personas que participaban. Cuando entras en otra ciudad, en otro lugar que no “controlas”, debes aparcar los tabúes y los prejuicios sobre ti mismo. ¡Arranca a tocar!, al fin y al cabo no te van a pagar. La jamm session es una buena oportunidad para aprender, experimentar, conocerte a ti mismo, escuchar a otros músicos y compartir ideas.

 

El jazz no es fácil de definir pero, ¿cuáles serían para ti dos de las principales características técnicas del jazz –algo que debe estar ahí para que la música sea considerada jazz-, y una tercera –como, por ejemplo, el “duende” en el flamenco- que no pueda definirse estrictamente, algo no técnico que tiene que estar presente?

Es jodida la pregunta porque el jazz es algo muy abierto. Dos características principales en el jazz serían la improvisación y, si pensamos en el jazz como género, el swing. Digamos que la forma de interpretar las notas no es tan cuadrada. El duende del que hablas lo pondría también en la improvisación. El ritmo característico en el jazz se suele llamar clave y es el que está presente durante todo el tema.

 

que eres joven, ¿crees que se está reinventando la manera de contar jazz?

Hay cambios sí. El arte en general ha sufrido una evolución a partir de los años 90 encaminada hacia el minimalismo y el vanguardismo. De la misma manera, el jazz ha experimentado también este cambio. Hay corrientes  que se han decantado por un jazz más “mental” en el sentido de todo muy trabajado y rebuscado; hay otras corrientes que buscan la fusión con nuevos géneros. El siglo XXI es el siglo del mix, de la fusión. Hay músicos que mezclan en un mismo concierto swing con hiphop y jazz; aunque otros han experimentado en la fusión entre música electrónica y jazz. Durante los últimos años se ha puesto muy de moda utilizar efectos de la guitarra eléctrica para instrumentos de viento, se mezcla con todo, incluso la música clásica puede hacer ciertas alusiones al jazz en alguna de sus obras.

 

¿Hay muchos locales habilitados para tocar jazz en España?

Por haberlos, hay pero no en gran cantidad. Digamos que también es algo que está relacionado con el escaso público jazzístico en este país. En España hay cuatro ciudades potentes en jazz: Barcelona, Valencia, Madrid y San Sebastián. Ésta útima alberga un festival muy potente de jazz, además de tener un buen prestigio a nivel formativo.

 

¿Y en otros países?

En otros países hay más conciencia musical. Un claro ejemplo está en los Países Bajos, en ciudades como Amsterdam, donde se valora mucho más al artista.

 

¿Ayuda España a sus músicos de alguna forma?

Hay ayudas, pero pocas. A nivel académico, mejoraría el plan de estudios, intentaría copiar el modelo norteamericano. Y en cuanto al tema laboral, pido más facilidades y ayudas a los locales para potenciar la música en vivo.

 

Hablemos sobre la legislación de la “musica callejera”…

 Está regulado. Pienso que se debería dar más facilidades e información en los músicos para tocar en la calle.

 

Sé que estás consiguiendo un permiso para tocar en el metro..

Estamos ahora con una asociación intentado conseguirlo. A mí el metro me transmite un “rollito guay” , la acústica es especial, y además es una forma de sacarte un dinerillo extra.

 

 

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Te he preguntado antes sobre tu proceso formativo como estudiante, ¿cuál ha sido tu proceso formativo como oyente?

Escucho todo tipo de música, pero por supuesto tengo mis preferencias. Aparte del jazz, también escucho funky, flamenco, electrónica en su versión más experimental… Kenny Garrett y Art Pepper son dos de mis preferidos.

 

¿Cuándo y dónde los escuchas?

Cualquier momento es bueno para escuchar música. Me encanta amanecer con música, cuando cocino o por las noches dedico unos minutos solamente a disfrutar de ello.

 

¿Y en cuanto al público?

Yo creo que si que hay mucha gente que escucha jazz, lo que habría que ver es cuánta gente que escucha jazz entiende lo que escucha. Yo, al estudiar música, soy consciente de la dificultad que requiere cada nota y quizá por ello lo valore más aún. El jazz es una música que requiere un poco de atención y comprensión al escucharla.

 

Los oyentes de jazz han presumido siempre de que el jazz es la música más libre pero, sin embargo, muchos aficionados al jazz parecen estar “esclavizados” por algunas expresiones concretas del pasado, ¿es una contradicción?

No coincido con eso. Lo que sí creo es que depende de la persona, al final la música es una extensión de la personalidad de cada uno, es un carácter. Hay gente a la que le gusta innovar y otra gente que se cierra a un tipo de genero. Cualquiera es libre de hacer lo que quiera con su vida y con su música. No creo que se sientan “esclavizados”, sino que se tiran ellos mismos a la piscina.

 

¿De qué forma el jazz ha influido en tu vida?

Me ha influido en muchísimos aspectos. Todas las cosas que hacemos repercuten en nuestra vida y, en mi caso, el jazz ha sido una de ellas. Gracias al jazz se ha despertado en mi una pasión por la música en vivo, las salas de conciertos. Gracias al jazz he crecido, he aprendido a escuchar otros puntos de vista. Gracias al jazz me intereso por el arte en general y me he aproximado a un mundo alternativo, diferente, llámalo “bohemio” en el que me siento feliz.

 

¿Qué quieres lograr en un futuro?

Intento no comerme la cabeza con el futuro. Sé que suena algo inmaduro o irresponsable pero mi intención es no quitar la magia del “aquí y ahora”. Pero si nos ponemos a soñar un poco… en un futuro me gustaría poder plasmar todas mis ideas con el saxo al momento, me gustaría poder vivir del jazz, viajar, conocer y compartir. ¿Qué es lo que realmente quiero? Expresarme y que me dejen expresar, no pido mucho.


@talitubie

S.C.

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