Lupus: una road-movie sideral

Todos los viajes tienen algo de iniciático. Sobre todo aquellos que se emprenden solo una vez en la vida y en los que, con la compañía adecuada, se recorre un camino de descubrimiento. La literatura está llena de su reflejo. También el cómic. De hecho el de esta semana es uno de ellos, Lupus. Aunque sus protagonistas, en realidad, acometen este viaje con un planteamiento algo menos vital y más modesto: ellos solo quieren irse de pesca y, de paso, meterse en el cuerpo cualquier tipo de estupefaciente conocido a este lado del universo.

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Después de mucho tiempo sin verse, Lupus y su amigo Tony alquilan una nave y viajan de planeta en planeta buscando los mejores cotos de pesca. También aprovechan los tiempos muertos en la nave para drogarse. Para drogarse mucho. En realidad la única intención que ambos tienen es pasárselo lo mejor posible. Aunque pronto verán que el viaje no es tan divertido como ambos pretendían. El tiempo los ha distanciado y la aparición de la misteriosa Sanaa todavía los va a separar más.

 

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Este es, a grandes rasgos, el argumento de Lupus. Publicado en España en cuatro volumen, hace un par de años Astiberri lo reditó en un solo tomo  recopilatorio que incluye todo el material original en un formato algo más reducido.

 

Creado por el suizo Frederik Peeters, Lupus es una historia que recurre a la ciencia-ficción como excusa para construir una historia típica de las road-movies en la que lo verdaderamente importante son los personajes y sus descubrimientos. Incluso las drogas, en este caso, adquieren el valor iniciático de intentar darle a cada uno una nueva perspectiva del mundo.

 

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Peeters es uno de los autores europeos de BD más destacables de los últimos diez años. Se dio a conocer en 2001 gracias a Píldoras azules, un título autobiográfico en el que narra su vida con una mujer seropositiva y su hijo de tres años. La obra tuvo una excelente acogida por su dimensión de crítica social y le supuso una excelente carta de presentación en el mundo del cómic gracias a su sensibilidad y su extraordinaria factura.

 

Con Lupus el autor alcanzó la madurez creativa, no solo en el aspecto narrativo sino también en el gráfico. Su trazo enérgico, casi expresionista, es un elemento imprescindible a la hora de retratar la intimidad de sus historias. Incluso en este caso en el que el escenario parece ser tan grandilocuente como el espacio exterior la historia que importa fluye, como contrapunto, a través de las relaciones entre los personajes.

 

Merecedora de una extraordinaria acogida, la obra ha cosechado cuatro premios Angoulême y en los últimos años se ha colado en casi todas las listas de BD recomendadas. Lupus es uno de esos extraños casos en los que todo el mundo se pone de acuerdo: se trata de la obra de un autor en estadio de gracia y hoy por hoy ya puede considerarse como un clásico imprescindible.


@elplumilla

David Casas

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