Una tesis doctoral que vuela en 140 caracteres

Ocurrió hace 15 días coincidiendo con la festividad de Santo Tomás de Aquino en un acto solemne organizado por la Universidad de Oviedo para entregar los diplomas a las mejores tesis doctorales. Fue un gesto; educado y silencioso. Un simple gesto pero que ejemplifica muchas cosas. La psicóloga e investigadora Elena Herrera Gómez aprovechó el momento de recoger su diploma que acredita que su tesis en el área de Ciencias de la Salud fue una de las cinco mejores de la citada institución académica para entregarle al rector Vicente Gotor la tarjeta de embarque del vuelo que la había traído desde Chile, el país donde ha tenido que emigrar para seguir investigando sobre cognición y lenguaje en personas con la enfermedad de Parkinson, su especialidad.

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El caso de Elena es sólo un ejemplo. Ella tiene 29 años. Antes de verse obligada a emigrar trabajó a partes iguales en la Facultad de Psicología, la Asociación Parkinson Asturias y el Hospital Central de Asturias. Posteriormente consiguió una beca predoctoral por un año gracias a la cual pudo conocer los laboratorios de las universidades de Manchester y Washington. Cobraba mil euros. Terminada la beca trabajó gratis en la Universidad de Oviedo hasta que optó por hacer la maleta. Su destino, Chile donde le abrieron las puertas y la recibieron con los brazos abiertos.

 

Del gesto me enteré por Twitter (donde también circuló la foto que acompaña estas líneas). Los ‘principales’ medios de comunicación que acudieron a cubrir el acto no se hicieron eco. Otro gesto silencioso y significativo pero muy diferente al de Elena. Ahora gracias a las redes sociales nos podemos enterar de este tipo de cosas. Ella es otro caso más de fuga de conocimiento, de profesionales desaprovechados, de oportunidades perdidas y de que Twitter sirve para estar al día de lo que otros prefieren no hablar, escribir o comentar.

@javiermontescas


Carta enviada por Elena Herrera (candidata de Somos Asturies al Consejo Ciudadanos de Podemos Asturies).

 

Soy doctora en Psicología por la Universidad de Oviedo y hace sólo unas horas he recibido de la mano del rector Vicente Gotor el diploma que acredita que mi tesis doctoral fue una de las cinco mejores del año 2013 en el área de Ciencias de la Salud. Investigo sobre cognición y lenguaje en personas con enfermedad de Parkinson. Seguro que Gotor me recuerda, pues al mismo tiempo que yo recibía de su mano el diploma él recibía de la mía un billete: la tarjeta de embarque del avión que me ha traído cruzando medio mundo para recoger este premio.

 

No sé cuántos somos las investigadoras e investigadores que nos hemos visto obligados a hacer las maletas y dejar la investigación en Asturias, pero cerca del 80% de los doctores que salen cada año de la universidad no pueden quedarse. Conozco investigadores asturianos en Reino Unido, Estados Unidos, Colombia, Chile, Kosovo… Otros se marchan directamente del mundo de la ciencia, hartos de luchar contra la imposibilidad de trabajar dignamente. Compañeras, compañeros, amigas y amigos tienen que abandonar su excelente carrera investigadora y casi omitir en sus currículos que tienen un doctorado, para no parecer ‘sobrecualificados’.

 

En mi caso emigré a Chile. Reconozco que cuando me fui, hace casi un año, no tenía ninguna esperanza de volver, regalé casi todo lo que tenía, porque quería llevarme la maleta sólo con lo necesario para comenzar una nueva vida. Estuve casi un mes despidiéndome de toda la gente que conocía. Aunque quería dar la imagen de fuerte, iba cargada de miedo, incertidumbre y, sobre todo, mucha tristeza. A Chile no me fui en busca de aventura. A Chile me fui porque me dieron la oportunidad que en Oviedo me estaban negando. Allí me devolvieron la dignidad laboral que aquí me arrebataron. En Chile encontré una oportunidad para seguir investigando. Y allí encontré parte de ese futuro que en España me (nos) estaban robando.

 

Hace unos días publicó El País que 11.000 investigadores abandonaron España desde el año 2010. ¿Saben la cantidad de millones que se están perdiendo detrás de las puertas de embarque de los aeropuertos? Aunque la cifra es escandalosa, a mí no me sorprendió lo más mínimo. No hay manera de quedarse en España, menos aún en Asturias. No se incorporan investigadores jóvenes en los departamentos, no se suplen las jubilaciones ni las bajas, no hay programas dignos de retorno de investigadores. Lo peor es que muchos de los que nos hemos ido (y los que lo harán si esto no se para), nos vamos enfadados, rabiosos, indignados… rondando los 30 años y con la única certeza de la incertidumbre. No es justo que se nos eche de manera tan cruel, que nadie nos diga (aparte de los propios compañeros y directores de tesis): «Gracias, espero que vuelvas». La mayoría de nosotros hemos dado clase, tenemos publicaciones, hemos generado conocimiento, avance científico… ¿Así nos lo devuelven? Encima la mayoría queremos devolver a Asturias y a la Universidad de Oviedo todo lo que nos ha ofrecido, ¡pero no nos dejan!

A la vez que se nos cierran las puertas de la Universidad de Oviedo, se abren las fronteras por donde se escapan nuestras ganas de trabajar, nuestro talento y el dinero que se invirtió en nuestra formación. Mientras muchos mandan el dinero a cualquier paraíso fiscal y el ex dirigente minero del PSOE José Ángel Fernández Villa amasa una fortuna oculta de 1,4 millones de euros, el Principado de Asturias está mandando toda la inversión en ciencia de los últimos años a Reino Unido, Alemania, Estados Unidos, Chile… Otra forma de evadir fiscalmente nuestro patrimonio.

 

Lo mismo que reconozco que hace un año me marchaba con la maleta llena de miedo e incertidumbre, reconozco que un año después la he traído para pasar estos días llena de ilusión y de esperanza. Por fin veo en la gente ilusión por el cambio.

 

Ahora tengo la certeza de que entre todos los que creemos que otra realidad es posible podemos conseguirlo. Tenemos motivos más que suficientes para asegurar que vamos a cambiar Asturias y España y que vamos a cambiar la Universidad. Espero que a partir de ahora ningún investigador o investigadora se vea en la obligación de coger un avión para venir a la Universidad de Oviedo a recoger su premio. Espero que se valore nuestra labor con algo más valioso que un diploma, con empleo digno que permita el crecimiento y el desarrollo de nuestra Universidad. Hay una Asturias que está muriendo y una Asturias que nace. Estamos en el camino de recuperar nuestro presente y ganar nuestro futuro. De recuperar la sonrisa y poder volver.

 

FOTO: @somosasturies

Laura Bellver

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