Árbitros: jueces bajo presión

Deciden en milésimas de segundo y su juicio es abrumadoramente importante en los partidos de fútbol. Los árbitros soportan gran tensión y estrés. Esta semana hemos querido averiguar cómo hacen frente a esa presión en los terrenos de juego.

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Recorre el terreno de juego del deporte rey los 90 minutos que dura el partido, no toca el balón, su objetivo no es marcar gol ni impedirlo y su silbato es ley. El árbitro de fútbol es una pieza absolutamente clave, cuya importancia en los encuentros está directamente relacionada con la responsabilidad que le viene con el cargo.

 

Imagine unas gradas abarrotadas de hinchas ataviados con bufandas y gorras de los colores de su equipo. Todas esas gargantas –pueden ser decenas de miles- corean a la vez cánticos cruzados, vocean lemas de a veces dudosa ética y regalan palabras que no siempre son bienintencionadas. El árbitro aguanta. O desoye el ruido. ¿Cómo lo hace?

 

 “Los árbitros tienen que tener bien trabajados tres vértices de un triángulo: la parcela física, la técnico-táctica y la psicológica”. Así lo explica el psicólogo deportivo Jesús Portillo (@PsicoDepOnline), quien con[Img #21423]
stata que los colegiados “están sometidos a mucho estrés”. Según el especialista, uno de los rasgos que debe tener un árbitro es la capacidad de concentración, que le permita “meterse en el partido de lleno”. Existen elementos externos, como la escandalera, los técnicos, los jugadores o el tipo de partido que esté pitando, que contribuyen a generar presión.

 

El exárbitro internacional Arturo Daudén Ibáñez (@daudenibanez) rememora su debut “perfectamente”: “Fue en el Colegio La Salle de Teruel, un partido de benjamines. Tengo el recuerdo de lo difícil que me resultaba hacer sonar el silbato cuando se producía alguna infracción”. Tras más de 200 partidos de Primera División a sus espaldas, el aragonés asegura que “el estrés se percibe en forma de tensión y se soporta con entrenamiento físico, rutinas, hablando con los compañeros y estando ocupado”.

 

Las malas palabras
Desafortunadamente, no son pocas las veces que llueven insultos hacia el dueño del silbato. “Es algo que conoces previamente”, admite Daudén Ibáñez, quien reconoce que “no es agradable”, pues “en muchas ocasiones da rabia por lo injusto de la situación, pero lo acabas asumiendo y con la experiencia le restas importancia”. 

 

Portillo señala que no es posible cuantificar de algún modo la presión a la que pueden estar sometidos, ya que “depende muchísimo del carácter de la persona”. En este sentido, no se puede comparar el nivel de estrés que viven los árbitros de las categorías más altas con los que pitan en partidos regionales, pues “es una cuestión subjetiva”.

 

Ahora bien, “sí es cierto que la naturaleza de ese estrés o la causa del mismo puede ser distinta”. El psicólogo deportivo apunta que “el miedo a una posible agresión puede estar latente en los encuentros regionales, mientras que aquellos que arbitran en Primera División pueden estar más pendientes de las posibles repercusiones de sus decisiones”.

 

José García Mejías, árbitro de Segunda Regional en Madrid, hace memoria de aquel partido que empezó con un 0-2 a favor del visitante, y que el equipo local supo remontar a 3-2 en el último momento. García no lo recuerda tanto por la hazaña de los deportistas sino  “por la paliza que me dieron los jugadores”.

 

Según sus palabras, aparcó el silbato por un tiempo, pero gracias al apoyo de familiares y amigos, volvió a pisar el terreno de juego. Y ahora no puede dejarlo. “Me encanta, llevo trece años y no me canso”, confiesa. Mejías era todavía un niño cuando veía a su padre vestirse con el uniforme. Eso le marcó. Y siguió sus pasos.

 

Daudén Ibáñez, por su parte, tenía 16 años cuando empezó su carrera. “Me encantaba jugar al fútbol, estaba en el equipo del instituto y se me daba bien, pero no destacaba”, explica. En la residencia de estudiantes coincidió  con un grupo de árbitros que le animaron a probar. En aquel entonces todavía no podía saber que aquello sería el principio de una amplia trayectoria.

 

Tensión mediática
Miles de ojos han visto al turolense en acción. Y de todos ellos, los de los periodistas no pasan desapercibidos. “En los partidos de liga, especialmente aquellos más trascendentales, se siente mayor presión”, dice. “Eres consciente de que los errores se van a analizar con lupa y de que puedes estar toda la semana dando vueltas en los medios de comunicación”.

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La intimidación de la prensa, señala Daudén Ibáñez, “es más difícil, especialmente cuando tienes un partido poco acertado”. Pero quiere añadir: “Con la experiencia te vas dando cuenta de que con el paso de los días la sensación mejora y llega un momento en que no le prestas atención”. 

 

De sus palabras se desprende un aspecto que cabe destacar: el árbitro puede errar. “Es la sensación más difícil de superar y al mismo tiempo es muy importante recuperar la concentración para no seguir cometiendo errores”. En su opinión, es esa “una de las claves para tener éxito en el arbitraje. La estrategia siempre es tratar de centrarte en lo que está ocurriendo y pasar página”. 

 

Muy desencaminado desde luego no está. El psicólogo Jesús Portillo mantiene que “la toma de decisiones es muy importante, así como la seguridad”. De acuerdo con el experto, “una vez tomada una decisión, sabiendo que te has podido equivocar, hay que tener claro que la decisión ya está tomada”.  Mostrar aplomo, apunta, es necesario, pues de lo contrario, “en ese momento de estrés y de tanta tensión, como se dice en el argot deportivo, te comen”. 

 

José García subraya que ellos deciden “en una milésima de segundo” y que “somos los primeros interesados en verlo todo y acertar en nuestros veredictos”. Pero, evidentemente, cabe la equivocación. Cuando eso ocurre y fallan, “hay que centrarse y volver a estar pendiente porque el juego sigue. Como te quedes bloqueado en el error anterior, te estarás perdiendo lo que está pasando ahora en el terreno de juego”, indica Portillo. 

 

La presión de las gradas y de los medios de comunicación puede ser abrumadora. Si bien es cierto que “el árbitro debería permanecer alejado de las posibles interferencias, no es de piedra”. El especialista en psicología deportiva explica que “algunas veces, de manera inconsciente, y ese es el truco, se condicionan para la siguiente decisión que van a tomar; no en la que acaban de determinar, pero en la próxima”. En todo caso, reitera: “Un árbitro que dude pierde el control del partido”. 

 

La preparación psicológica “es un punto fundamental a nivel preventivo, no siempre hay que acudir a los profesionales cuando ya hay un problema”, aconseja Jesús Portillo. El Comité Técnico Andaluz de Árbitros de Futbol (CTAAF) comparte esta máxima y está trabajando con Portillo y su equipo para que los colegiados reciban una formación específica.

 

La importancia de la comunicación
El psicólogo subraya, por otra parte, una característica de personalidad que puede ser muy útil en este tipo de situaciones: el estilo de comunicación. “No es lo mismo una actitud muy directiva, muy autoritaria, que en función del panorama puede provocar más rechazo y se le puede ir el partido de las manos; que un estilo más abierto, que permite ofrecer una explicación en un determinado momento”, sostiene. 

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Y esa comunicación no sólo es relevante que se dé entre el colegiado y los jugadores, también entre el árbitro principal y su equipo. Haga memoria: fue el cuarto árbitro quien en la final del Mundial 2006 indicó al principal la agresión que mandó a Zidane –en su último partido- a los vestuarios. Él no lo vio, pero confió en el criterio de su colega y lo expulsó.

 

Tan importante es estar bien posicionado en el terreno de juego, cuenta Mejías, como “mantener contacto visual con los asistentes”. Al igual que los futbolistas, los árbitros también preparan el partido y realizan trabajos de cohesión de grupo. “Desde que sales con los liniers al campo antes del partido para comprobar que todo está correcto, te vas metiendo en situación”, cuenta Mejías.

 

Las mujeres también pitan
“Al principio, mucha gente se sorprendía cuando salía yo al campo con el uniforme”. Son las palabras de Ainhoa Remón. Tiene 18 años y ya pita en la Segunda Regional valenciana. Reconoce que no abundan las mujeres árbitro y que, aunque nunca ha tenido ningún percance, dice que todavía hay a quien, a estas alturas, le “resultararo” que sea “ella” y no “él” quien lleve el silbato. 

 

Remón deja claro que sigue el ritmo del partido tanto entre jugadoras como jugadores y mantiene que lo que se chille desde las gradas no le afecta. “Me concentro mucho en lo que estoy haciendo y lo disfruto”. Eso sí, no quiere dejar pasar la oportunidad para reivindicar dos cosas. La primera, “que hay que ponerse en la piel del árbitro, no somos máquinas”. La segunda, el papel de las mujeres en el sector. “Siempre me ha gustado este deporte y soy feliz en el terreno de juego”, hace hincapié.

 

De eso se trata al fin y al cabo, de disfrutar del deporte. Por ello, Arturo Daudén Ibáñez denuncia la “sin razón” de la violencia física y verbal que sufren los árbitros ya desde el fútbol base. “Es algo absurdo y totalmente anacrónico en pleno siglo XXI”, recalca, aprovechando este momento de sensibilización frente a esta violencia. Pues el fútbol es eso: fútbol.

 

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@Lorena_Padilla

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