El fin

Tarde o temprano tenía que llegar. Lo intuíamos, lo temíamos, lo esperábamos. Pero no lo queríamos ver. Sabíamos que la relación entre Peláez y su jefe no sería eterna, que todo en esta vida toca a su fin. Y ese fin ha llegado. Os echaremos de menos, amigos. Estaremos aquí si algún día regresáis. Hasta entonces.

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Jueves 4 de diciembre

 

– Buenos días, Peláez.
– Mm.
– ¿Peláez?
– Mmmm.
– ¿Qué le pasa?
– Me duele, jefe.
– ¿El qué?
– No sé, es una sensación extraña, todo y nada.
– Todo, Peláez, juéguesela, como yo al Jack Black.
– Es Black Jack.
– Siempre me evicoco.
– Equivoco.
– Joder, me he vuelto condunfir.
– Confundir.
– ¿Me que pasa, Peláez?
– No sé, jefe, está usted peor que yo.
– Motemos algo en el bar.
– Tomemos algo.
– Usted lo ha dicho, luego usted invita.
– ¿Era todo un truco?
– Ji ji ji.
– Está bien, jefe, usted gana, vayamos al bar. Pero le digo que no me encuentro bien.
– Un chaparán y listo.
– Pacharán.
– Vale, está bien, pídame uno.
– ¡Otra vez!
– Ji, ji, ji…

 

Viernes 5 de diciembre

 

– ¿Qué le sucede, Peláez?
– No veo nada que me motive, jefe.
– Aquí tiene el Interviú.
– No me refiero a eso, me refiero al futuro.
– ¿A la comida? Hoy es viernes, Peláez, toca cocido. Alégrese.
– Más allá, jefe.
– Hay panceta de cena, ummmmm…
– Mucho más allá.
– ¿Se refiere al futuro con naves espaciales y marcianos verdes con tres ojos?
– No, me refiero a mi futuro, a mi carrera, a mi vida.
– Peláez, está usted metafórico.
– Metafísico.
– Lo que sea. Me preocupa que piense tanto.
– Eso siempre le ha preocupado, jefe.
– Pensar es malo, Peláez. Míreme a mí, ni un pensamiento y estoy como una rosa.
– La felicidad de la estulticia.
– No, no, ¡la mía!
– Lo que usted diga, jefe.
– Así me gusta, que entre en razón.

 

Martes 9 de diciembre

 

– Buenos días, Peláez.
– Hay tres cuartas partes de la quinta frecuencia en posible recreación subversiva.
– ¿Qué dice, Peláez?
– Lo que oye, que la botella de agua tiene un alto contenido de hidrógeno y oxígeno.
– Peláez, ¿se encuentra bien?
– Apretar bien el polvorón y padentro.
– ¡Peláez! ¡Qué le pasa?
– Guardar como y mételo en esa carpeta.
– ¿Me oye, hijo?
– Albóndigas con tomate.
– Por fin dice algo con sentido.
– Un lateral derecho de amplio recorrido.
– Me quedo con lo de las albóndigas.
– Churras aquí, merinas allá.
– Adiós, Peláez, voy a comerlas a mi despacho, que está usted muy raro.
– Apagado o fuera de cobertura. Puede dejar un mensaje después de oír la señal. Piiiiiii.

 

Miércoles 10 de diciembre

 

– Buenos días, Peláez.
– …
– Peláez, ¿no me oye?
– …
– ¡Peláez!
– Está enfermo.
– ¿Quién es usted?
– El médico de la redacción.
– ¡No sabía que teníamos médico!
– No lo tenían, me acaba de meter el autor de estos diálogos.
– ¿Y eso?
– Peláez no puede hablar, está en estado de shock.
– No, está aquí, lo estoy viendo.
– Está paralizado por el estrés.
– ¿Paralizado?
– Sí.
– ¿Y quién va a hacer el periódico?
– Deberá contratar a otro mientras se recupera.
– ¿A otro? No existe otro como Peláez.
– Lo sé.
– Venga, le contrato a usted.
– Soy médico, no periodista.
– Da igual, ningún periodista es periodista. Venga, a trabajar.
– Tengo que cuidar de Peláez.
– Yo lo haré.
– ¿Está seguro?
– Por supuesto, no me moveré de su lado.
– De acuerdo…
– Ahora vengo.
– ¿No decía que no se movería de su lado?
– Es miércoles, hay paella en el bar.
– Es la hora del desayuno.
– Yo desayuno paella.
– Veo que usted no cambia.
– Bajo, cojo dos raciones y subo.
– Peláez no puede comer paella en su estado.
– Ya, son para mí. Como a pares.
– Está bien, le espero aquí.
– Perfecto. Si me retraso, silbe.
– ¿Por qué iba a retrasarse?
– Hay degustación de vinos de Toro en un bar.
– ¿En dónde?
– En Toro.
– ¡Está a trescientos kilómetros!
– ¡Puf! Salgo ya…
– La historia nunca va a cambiar.
– Nunca.

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Nota del autor: Tras más de tres años escribiendo los cables de la redacción de Peláez, hoy toca decir adiós. Quizás sea un hasta pronto. No lo sé. Gracias a todos los que con vuestro interés habéis conseguido que este proyecto diario durara tanto tiempo. Han sido más de setecientos diálogos. Setecientes pequeñas historias sobre la realidad que nos rodea contadas con humor. Espero que, como a mí me ha sucedido, Peláez y su jefe hayan pasado a ser parte de vuestra familia.

Nos vemos.

David Barreiro.


[Img #21193]
Los cables de las conversaciones que mantiene Peláez con su jefe (#Pelaezleaks) en la redacción de un periódico de provincias los has podido encontrar a diario en la página oficial en Facebook de 360gradospress desde marzo de 2012 hasta el 10 de diciembre de 2014. Estamos muy tristes. Pero la vida sigue.

PD:

Siempre podrá ser tuyo en ‘su’ libro:

Peláez. Historias de un periodista de provincias

Javier Montes

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