Intento fallido el de este largometraje de coproducción española y argentina de tratar de intrigar al espectador. Falta de ritmo, poco creíble y excesivamente forzada.
![[Img #20797]](http://www.360gradospress.com/upload/img/periodico/img_20797.jpg)
Un encuentro casual en un aeropuerto transforma por completo la vida del gerente de una compañía de seguros de Argentina. El chico, Eduardo (Leonardo Sbaraglia), viene de fracasar en una reunión de negocios en Italia pero en su lujosa casa le esperan sus dos hijos y una esposa entregada. Cuando prácticamente ni se acuerda de aquel encuentro casual empieza a ver cómo ese hombre del que apenas sabe nada conoce todo acerca de su vida, le atosiga, le sigue, le persigue… Es cierto que el director (Gerardo Herrero) no consigue angustiarnos con la situación personal del protagonista principal pero sí nos va llevando a un callejón sin salida. El asedio llega a tal extremo que Eduardo acaba comprando una pistola.
La cinta consigue meternos en la trama durante los primeros minutos pero a medida que el guión va dejando cabos sueltos uno empieza a entrar en un sopor del que únicamente despierta cuando aparecen los títulos de crédito finales. Basada en una novela del escritor uruguayo Hugo Burel (no la he leído ni pienso hacerlo), la película no se sabe si nos pretende mostrar la vida de los hombres de negocios que anteponen su trayectoria profesional a su vida familiar, si nos quiere dejar huella de la crisis económica que vivió y vive Argentina (la película es de 2008) o si únicamente se limita a buscar la tensión del espectador con ese personaje maléfico que acecha incansablemente a Eduardo. El caso es que en este sinsentido uno acaba aburrido y deseando que se termine de una vez.
Lorena Padilla
