Carpa Diem

Si algo caracteriza a este país es nuestra insana costumbre de hacer leña del árbol caído, por más que no sepamos por qué estaba en el suelo ni de qué árbol se tratara. Algo así le pasó al jefe de Peláez, que crítico con dureza la selección española de baloncesto, por más que sus conocimientos de ese deporte son más que limitados. Pero así es este hombre, que vive bajo el lema del “carpa diem”, confunde los titulares de su propio periódico con la lista de la compra o llama al cuarto de baño “la sala de pensar” sin avergonzarse por ello.

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Jueves, 11 de septiembre

 

– Buenos días, jefe.
– Inútiles.
– ¿Qué?
– Mercenarios.
– ¿Cómo dice?
– Patéticos personajillos.
– ¿De quién habla?
– De la selección de baloncesto perdedora.
– Jefe, es deporte. Estos chicos han ganado más que nadie.
– Bah, ni me acuerdo de eso.
– Ya veo ya.
– Lo de ayer fue penoso.
– El rival fue mejor. Y punto.
– Es que no metimos balones al área.
– Se dice la zona.
– No recibimos en el larguero.
– Poste bajo.
– No hubo pases de gol.
– Asistencias.
– No colocamos bien la barrera.
– Jefe, ¿usted sabe algo de baloncesto?
– Lo sé todo, desde que vi el primer partido en Roland Garros en el 67.
– Creo que usted toca de oído.
– Se equivoca, Peláez. Se lo demostraré en el partido de vuelta.
– No hay partido de vuelta, jefe.
– Pues me voy a dormir.
– Acaba de despertar.
– Puedo retomarlo, no se preocupe.

 

Viernes, 12 de septiembre

 

– Peláez, tome.
– ¿Qué es esto?
– Unas rodilleras.
– ¿Para qué?
– ¿Usted qué cree?
– No pienso arrodillarme para fregar el suelo ni rogarle un aumento.
– Ummm… vale, traiga acá. Siéntese ahí, comodón.
– ¿Qué quiere?
– Voy a contarle mis planes.
– ¿Pasan por despidos injustos y más recortes?
– No, pasan por comilona en el bar de la esquina, puraco, cena en el bar de la otra esquina, dos puracos, vermú el sábado por la mañana, barbacoa, siesta, cenorra, vermú de domingo, comidona, siesta doble, fútbol desde el sofá y cenorra.
– Pensé que se refería a planes de futuro, no al fin de semana.
– El futuro es una ilusión, Peláez. Carpa diem.
– Carpe.
– No, no… carpa. Al horno y con patatas.
– Ah…
– Bueno, ¿se anima?
– ¿Quiere que vaya con usted?
– Por supuesto.
– Está bien…
– Gracias por invitarme.
– No voy a invitarle.
– Entonces quédese trabajando.
– Grrr…

 

Lunes, 15 de septiembre

 

– Enhorabuena, Peláez.
– Gracias, jefe. Pero… ¿por qué?
– Por llamar a las cosas por su nombre.
– Siempre lo intento, pero… ¿a qué se refiere en concreto?
– ¿Usted qué cree? ¡A este fantástico titular!
– Jefe…
– “Chorizo de pimera”. ¡Fantástico! ¡Alguien tenía que llamar al Concejal de Calles Peatonales por su nombre.
– No…
– ¿Cómo que no? Es usted mi héroe. ¡He de compensarle!
– Verá, jefe, eso no es un titular.
– ¿Cómo que no?
– No, es mi lista de la compra.
– ¿Pero qué dice?
– Lo que oye.
– Qué decepción, Peláez.
– Lo siento, jefe.
– Déjeme ver ese chorizo.
– Aquí está.
– A ver… ñam… ñam… ñam… quizás no sea tan decepcionante después de todo ñam…
– Se lo ha acabado, jefe.
– Problema resuelto, entonces. Buenos días.
– Buenos días. Grrrrr.

Principio del formulario

Final del formulario

 

 

Martes, 16 de septiembre

 

– Buenos días, jefe.
– Ñuf.
– ¿Qué le pasa?
– Catuff.
– Jefe.
– ¡Qué!
– Le veo enfurruñado.
– Lo estoy.
– ¿Por qué? ¿Las deudas?
– No.
– ¿Las derrotas del Madrid?
– Tampoco.
– ¿Su lamentable aspecto?
– No se pase… pero no es eso.
– ¿Qué es, entonces?
– Es que no hago lo que me gusta.
– Eso es terrible jefe. ¿Y qué le gusta?
– Los macarrones con tomate.
– Me refiero a qué le gustaría hacer en la vida.
– No sé…
– ¿Qué tal mandar sobre la gente? ¿Tocarse la barriga? ¿No hacer nada durante el día más que dar órdenes? ¿Jugar al tute hasta el anochecer?
– Eso suena fantástico, Peláez.
– Es lo que hace, jefe.
– ¿En serio?
– En serio.
– No me lo creo.
– Veinte en oros.
– ¡Mierda!
– Eso le pasa por andarse por las ramas, jefe.
– Grrrrrr…

 

Miércoles, 17 de septiembre

 

– Peláez, vamos a hacer reformas en la redacción.
– Jefe, cada vez que nos metemos en reformas es un caos.
– Tranquilo, será sóo en la sala de pensar.
– ¿La sala de pensar?
– Sí, ésa de ahí.
– ¿El baño?
– No sea zafio.
– Es un baño, jefe.
– Ahí he tenido las mejores ideas de mi vida.
– Ya, pero…
– Mire, he pensado colocar esta funda de terciopelo en el sillón de pensar.
– Es un retrete, jefe.
– No sea zafio.
– Pero es que…
– Y este chorrito de agua caliente al estilo nipón para después del pensamiento o reflexión.
– Ya.
– ¿Cómo lo ve?
– Extraño.
– Verá qué grandes ideas se nos ocurren, Peláez.
– No lo sé, voy a trabajar.
– Yo voy a pensar un poco, páseme el periódico.
– Grrrrrrr


Los cables de las conversaciones que mantiene Peláez con su jefe (#Pelaezleaks) en la redacción de un periódico de provincias los puedes encontrar a diario en la página oficial en Facebook de 360gradospress.

La foto es de @Marga_Ferrer

Laura Bellver

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