Estela: la última heroína de ciencia-ficción

En lo más profundo del espacio, un gigantesco éxodo galáctico ha congregado miles de millones de especies en un enorme convoy sideral que recorre el universo buscando un hogar adecuado para todos los seres que viajan en él. Son los últimos supervivientes de sus respectivos mundos. Entre ellos viaja una joven humana llamada Navis, la única de su especie, que llegará a convertirse en la gran heroína de este convoy de naves conocido como Estela.

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Creado en 1998 por el prolífico escritor francés Jean-David Morvan, autor de más de 170 títulos en los últimos quince años, y por el también francés Philippe Buchet, Estela –Sillage en la edición francesa original-, es uno de los títulos más frescos de la ciencia-ficción de los últimos años. La premisa en sí del convoy que recoge a los últimos supervivientes de una raza no es demasiado original y puede recordar incluso a otras sagas conocidas de la ciencia ficción como la de Battlestar Galactica. Sin embargo en el caso de Estela hay tres elementos que la hacen destacar por encima de las demás: el esmerado dibujo, el trabajo de especulación que hay tras los centenares de especies que aparecen dentro como fuera del convoy y, por encima de todo, el arrasador carisma de su protagonista, Navis.

 

La última superviviente de un naufragio espacial, Navis es también la única humana que ha llegado jamás al convoy de Estela. Su particularidad le proporciona una ventaja sobre el resto de especies que habitan el convoy: la secuencia del pensamiento humano es totalmente desconocida para los alienígenas y Navis es totalmente opaca a las máquinas y escáneres de lectura del pensamiento que son habituales en este universo avanzado. Eso le permite moverse sin ser detectada. Una cualidad que, unida a su indómita naturaleza, pronto la llevará a convertirse en una agente especial al servicio del gobierno de Estela. Navis es una heroína de acción en toda regla que entronca directamente con algunas de las representantes más carismáticas del género.

 

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Pese a que en la ciencia ficción abundan las mujeres fuertes e independientes capaces de resolver con éxito algunas de las situaciones más peligrosas del universo, el género siempre ha adolecido de cierta consideración machista. Y es que en los inicios las mujeres apenas se limitaban a jugar un papel de comparsa secundario en la mayoría de las tramas del género. Cuando el modelo evolucionó las cosas no mejoraron mucho. Los primeros ejemplos de heroína de ciencia-ficción tienen un componente de claro sexplotaition, es decir, de explotación del elemento erótico. Buen ejemplo de esto es Barbarella, un personaje que, antes de ser encarnado por Jane Fonda en el cine, era la protagonista de cómic directamente inspirado en el erotismo de la Bardot.

 

El modelo cuajó pronto y las páginas de las historietas se poblaron rápidamente de féminas manejando cañones láser en ajustados trajes espaciales. Sin embargo estas herederas de Barbarella pronto empezaron a desviarse de su modelo original. Hacia los 80 quedaba poco ya de esa rubia simple y algo alocada. Poco a poco, las reinas [Img #20656]
de la ciencia-ficcion, influenciadas por otros modelos de entretenimiento como el cine, se convierten en estadistas, guerreras, eruditas o líderes. Tal es el caso de Halo Jones, creada por el ilustre Alan Moore, o de las protagonistas femeninas de la saga Star Wars. No solo la Princesa Leia sino, especialmente, el resto de mujeres como Mara Jade o Jaina Solo, que a lo largo de los años han ido apareciendo en las páginas del llamado Universo Expandido (sí, ese que ahora Disney quiere dinamitar, snif…).

 

La Navis de Estela es digna heredera de todas ellas. Una maestra de ceremonias ideal para acompañarnos en un recorrido trepidante por una extraña colmena galáctica formada por miles de naves en las que millones de especies diferentes están obligadas a convivir. Acción, space-opera e incluso algo de sociología y política en un cómic de ciencia-ficción europea con una factura impecable.  


@elplumilla

Javier Montes

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