La cinta narra la aventura de una pareja de jóvenes universitarios de Madrid que decide pasar el día en Toledo. Viajan en tren dejando atrás a amigos, familiares y compañeros.
Son José Luis (Simón
Andreu) y Mari Carmen (Marta del Val),
novios desde hace nueve meses y con la vista puesta en el matrimonio. El día
resulta eterno. Son doce horas de ternura y disputas, de conocerse mejor. Son
doce horas en las que se retrata cómo era la sociedad española hace cincuenta
años, justo los que tiene esta cinta dirigida por Francisco Regueiro que en 1963 estuvo nominada a la Palma de Oro a
la mejor película.
Rodada en blanco y negro, sus 82 minutos de duración transcurren lentamente, a la misma velocidad que el tren cubría el trayecto entre Madrid y Toledo, al mismo ritmo que España trataba de salir adelante. Los chicos, recatados, con ansias de vivir, disfrutar y compartir, viven su particular escapada como si se tratara de un viaje de novios. Con escenas eternas, silencios que hablan, diálogos cortos, estampas de un pasado no tan lejano que recuerdan lo rápido que ha ido todo en sólo medio siglo.
Sin duda hay que ponerse en el momento y ver la cinta pensando en cómo sería aquel rodaje. Si es así disfrutará, de lo contrario caerá en un sueño profundo.