Invierno de corrupción

Peláez es un hombre fiel a la realidad y, los meses nos lo han demostrado, con una conciencia social a prueba de bombas. Prueba de ello han sido sus últimos reportajes sobre los constantes casos de corrupción destapados en España.

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Sin embargo, lamentablemente,su director es un hombre incapaz de discernir entre la realidad y la ficción y piensaque las noticias que publica su reportero son producto exclusivamente de suimaginación. Hasta tal punto este hombre es capaz de dejarse llevar por quienesle rodean que esta semana ha llegado a aceptar un flamante coche deportivo deun concejal, un soborno intolerable para Peláez que su jefe considera algoanecdótico pues dicho concejal no es corrupto, sino gallego, de Monforte deLemos.

 

Jueves, 17 de enero

 

– Peláez, venga aquí.
– Ya estoy, jefe.
– Aquí, hombre.
– ¿En su regazo?
– Claro, voy a contarle algo importante.
– Está bien…
– ¿Recuerda ese reportaje que está haciendo sobre las corruptelas del alcalde?
– Claro, jefe, llevo meses investigando y escribiendo.
– Pues déjelo…
– ¿Que lo deje? ¿Por qué?
– Mire eso de ahí…
– ¿Un jamón, jefe?
– Regalo del señor alcalde.
– ¿Va a venderse por un maldito jamón?
– Es Ibérico, Peláez.
– La ética vale mucho más que eso.
– ¿Usted cree?
– Por supuesto.
– Ummm… tiene razón… O me manda una caja de riojas o nada.
– Tampoco, jefe…
– ¿Cómo que no? ¿Qué mas quiere? ¿Un cabrales?
– Que lo devuelva, jefe. Nos debemos a nuestros lectores.
– ¿También a ellos? ¿Es que en este puñetero país todo el mundo quiere cobrar?
– Es una cuestión moral.
– Está bien, Peláez, está bien… Devolveré el jamón con su aroma, su grasaentreverada, su dulzura salada…
– Bien hecho, jefe.
– Habrá que volver a la mortadela…
– Le sentará mejor, jefe, se lo aseguro.
– Los cojones treinta y tres, Peláez, los cojones treinta y tres.

Viernes, 18 de enero

 

– ¿De qué escribe, Peláez, que no para?
– Del tesorero que robó 22 millones de euros.
– Jejeje… un tesorero… muy bueno.
– Y del presidente de la comunidad autónoma que secompró un apartamento por setecientos mil.
– jajaja… un apartamento por setecientos mil… jajajaja…qué bueno es usted, Peláez.
– Y sobre un gobierno que quiere quitar el servicio deurgencias por la noche…
– ¡jojojojojojo! Esaes buenísima… Y uno solo puede enfermar de día, ¿no? Jajajaja… ¡me despiporro!
– Pues yo no lo veo la gracia, jefe.
– ¿Cómo que no? Es usted un genio, Peláez, quéportentosa imaginación.
– No es imaginación, jefe, es la realidad.
– ¿La realidad? Jajajajaja… pare pare… que me hagopis… la realidad jajajaja… ¿va a escribir que esto pasa realmente?
– Es que así es, jefe.
– juaaaaaaaa juaaaaaaaa juaaaaaaaaa… me parto,Peláez, ay, que dolor de barriga juaaaaaaaaaaaa… bueno, me voy a mi despacho azanganear… siga, siga con esa historieta… a la gente le va a encantar.
– No sé yo…
– Confíe en su humor, Peláez… ¡ah! Y no se pongamalo de noche…¡¡¡que cierra el hospital!!! ¡jaaaaaaaaa! ¡jaaaaaaaa! ¡Qué jodío,el Peláez!

 

Lunes, 21 de enero

 

– ¡Peláez!
– ¿Qué quiere, jefe?
– Cambiar el papel de las paredes.
– Ya era hora, jefe, es horrible.
– No, mantendremos el diseño, cambiaremos el material.
– ¿El material?
– Sí, ponga franela, que aquí hace un frío del carajo.
– Es desde que echó al conserje que mantenía la calderacentral.
– ¿Y no puede hacerlo usted?
– Sí, tengo un rato libre por las noches… Aunquenecesitaría dinero para gasoil.
– Queme unas mesas, hombre.
– ¿Y dónde trabajamos?
– Hay un café ahí en la esquina en los que la gentese tira todo el día con el ordenador.
– ¿Starbucks?
– Prefiero un Johnnie Walker etiqueta negra. Sinhielo.
– Son las nueve y media de la mañana.
– Cierto, póngame unos cacahuetes, hay que meteralgo en el estómago.
– Aquí tiene. ¿Algo más?
– Tráigame algo para leer.
– Tiene el periódico sobre la mesa, jefe.
– Es un coñazo.
– Lo hacemos nosotros.
– Uy, no me acordaba. Pues hala, glup caliente lacaldera glup mientras yo me caliento la garganta glup.

 

Martes, 22 de enero

 – ¡Jefe!
– ¿Qué pasa, Peláez?
– ¿Y esa vestimenta?
– ¿No le gusta?
– Me parece muy atrevida, la verdad.
– ¿Por las hombreras de la blusa?
– No, porque se le ven los pezones.
– Se ajusta a la normativa vigente, Peláez.
– ¿Qué normativa?
– La ley de transparencia, ¿cuál va a ser? Por cierto, su camisa de cuadros no es legal.
– Jefe, la lay de transparencia se refiere a la economía.
– Qué raro, hoy todo es economía. Economía, economía, economía, ¡qué coñazo!
– Es para luchar contra la corrupción.
– ¡Ah! Eso me parece bien.
– Y a mí, jefe.
– Apárqueme mi flamante deportivo, por favor.
– No sabía que se había comprado un deportivo…
– Me lo regaló el concejal imputado.
– ¡Jefe! Ese hombre es corrupto.
– ¡Qué va, pringao! Es gallego, de Monforte.
– Lo siento, jefe, no quiero manchar mis manos.
– ¿Pero qué se cree? Las llaves están limpias.
– Es una metáfora.
– Pues aplástela, coño, que nos pica. Y aparque el puñetero Panetone.
– Maserati.
– Lo que sea.
– Brrr..….

Miércoles, 23 de enero

 

– Tiene usted mucho talento, Peláez.
– Gracias, jefe.
– Nunca había comido unas lentejas tan ricas.
– Pensé que se refería a mi trabajo…
– ¿No es usted gastrónomo?
– No, soy redactor de primera categoría.
– Carajo, pues está hecho un cocinillas…
– Lo hace todo la Thermomix, jefe.
– ¿La tipa esa de las gafas?
– Esa es la redactora de economía. La Thermomix esuna máquina, hace de todo.
– ¿Es una de las chicas del Amazonas?
– No, es un electrodoméstico.
– ¿Ah sí? ¿Y qué más hace, Peláez?
– Cualquier cosa que se pueda imaginar. Si quierele hago una demostración.
– Está bien…
– Voilá…
– ¿Unas croquetas? Ummm… qué ricas.
– Voilá…
– ¿Una tarta de zanahoria? Ummm… deliciosa.
– Voilá…
– ¿Un melón? Ummm… fresquísimo.
– ¿Ha visto, jefe? ¿Quiere una?
– Sí, por favor, véndame una.
– Aquí tiene.
– Gracias, Peláez, muchas gracias.
– De nada, jefe.
– Voilá… uy, Peláez, me han salido unos zapatos depayaso.
– Tiene que practicar, jefe.
– Lo haré, Peláez, lo haré…


Los cables de las conversaciones que mantiene Peláez con su jefe (#Pelaezleaks) en la redacción de un periódico de provincias los puedes encontrar a diario en la página oficial en Facebook de 360gradospress.


La foto es de Marga Ferrer

Javier Montes

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