El compromiso que resurge de las cenizas

El verano de 2012 ha sido uno de los más trágicos en lo que a incendios se refiere en España. Según últimas estadísticas del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, el fuego ha arrasado más de 180.000 hectáreas en lo que va de año; comprendiendo, incluso, grandes extensiones de Parques Naturales. Si se pudiese hacer una lectura positiva de la tragedia, ésta sería, sin duda, el renacer del activismo ciudadano medioambiental. Esta semana en 360 Grados Press hemos conocido de cerca este fenómeno.

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Hace poco más de dos meses el cielose tornó como el fuego y la ceniza cubrió la ciudad de Valencia durante un parde días. Ello fueron los ecos de la catástrofe que acontecía a tan solo 40kilómetros de allí: un incendio, el peor de los que se recuerdan en 20 años,devastaba ferozmente el interior de la provincia. Mientras cerca de 50.000hectáreas de fauna y flora perecieron entre las llamas, algo despertó en elinterior de muchas personas: la conciencia. Y este sentimiento, junto con lasredes sociales, dio lugar a un movimiento sin precedentes. “Los incendios todavía estaban activos y lagente, mucho más sensibilizada que en otras ocasiones. Fue un punto deinflexión: todo el mundo se volcó en la necesidad de tener que hacer algo“,explica Rafael Martínez, uno de sus integrantes.


La inquietud se contagió velozmente:en cuestión de una semana, más de 12.000 personas confirmaron su interés por lacausa en un grupo de Facebook denominado Un voluntario, un árbol; grupo que, inmediatamentedespués, cobró la forma de asociación ciudadana a favor del cuidado del entornonatural y la recuperación de las zonas devastadas. Fue a través de éste que cercade una veintena de personas decidieron convocar una suerte de ‘cita a ciegas’el pasado 1 de julio. Su objetivo era transformar esa repercusión positiva enacciones concretas. “El primer encuentrofue muy caótico. No nos conocíamos nadie, pero consideramos que reunirnos eranecesario para que esto siguiese adelante“, comenta Emilio Sánchez, otro delos miembros de la iniciativa.


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Tras horas de cavilaciones, lacoordinación del entusiasmo se apuntó como la primera de las tareas a realizar.En palabras de Rafael: “El impulso de lagente era salir al monte con un pino en la mano, pero todavía es muy prontopara eso, porque hay que respetar la regeneración vegetal“. Así, buscarasesoramiento en las instituciones competentes y difundir el conocimientoaportado por diferentes expertos en materia medioambiental fueron los pasosprevios a organizar una progresiva toma de contacto con el monte. “Una de las primeras salidas fue para labúsqueda de animales. Aconsejamos a la gente que avisara a las autoridadescorrespondientes cuando los encontrara y que llevaran garrafas de agua para quepudiesen beber“, recuerda Visa Knowing, también componente de laasociación.


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Poco a poco, el movimiento «Un voluntario, un árbol» ha ido cobrandoforma, de manera que las solicitudes de ayuda no han dejado de llegar a lolargo del verano. Entre ellas, la de la asociación Gallipato Alcublano, dedicada a un anfibio en peligro deextinción -el gallipato-. “Había una balsa amenazada porla ceniza, pues con las primeras lluvias ésta podía llegar al agua,convirtiéndola en lejía en 24 horas, por lo que moriría toda la biodiversidadexistente. En concreto, un total de 50 especies“, declara Rafael. Así,después de presentar el proyecto y obtener el permiso de las autoridades, 26voluntarios pertenecientes a esta iniciativa ciudadana pusieron rumbo a lalocalidad valenciana de Alcublas, donde dedicaron varios días a construir unsistema de contención. “El objetivo eradesviar toda el agua que cayese hacia abajo y filtrarla para que llegase lo máslimpia posible. Lo hicimos todo de modo natural, con piedras y las llamadasfajinas. Hace poco nos dijeron que, tras nuestro trabajo, el PH del agua estámucho mejor que antes de las lluvias“, ilustra Visa.


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Ahora, estostres miembros se citan en el mismo lugar que albergó ese primer encuentro deprincipios de julio en el que todavía eran desconocidos. La voluntad siguesiendo la misma, pero la sensación ha cambiado, ya que el desconcierto inicialse ha convertido en satisfacción. De hecho, hace un par de días todos losintegrantes del movimiento recibieron una de las mejores recompensas que podíanesperar: otra asociación ha contactado con ellos porque quieren hacer unaréplica de su trabajo en otro pueblo, Lliría. El precedente, por tanto, haquedado sentado.


Sin embargo, aún queda mucho porhacer. La creación de un vivero de semilla forestal, desarrollar actividades deconcienciación entre los escolares y responder a las peticiones de asistenciaque quedan pendientes son algunas de las faenas para el corto plazo. “Tenemos una labor muy grande de aquí a dosaños, hasta que se puedan repoblar las zonas afectadas“, dice Visa. Siamplían las miras, dar continuidad al compromiso adquirido por [Img #15881]
muchos seperfila en el horizonte. “Tenemos queintentar que no se apague este sentimiento que se ha encendido“, apuntaRafael. Para ello, desde Un voluntario,un árbol recomiendan el sencillo ejercicio de acercarse a una zonacalcinada y pararse a observar las pavesas que antes eran vida. “Esto también es mío” debería ser laprimera reflexión, insiste Emilio. La segunda que, como algo propio, existe elderecho a conocerlo y la obligación de cuidarlo.


Fotos cedidas por el movimiento «Un voluntario, un árbol».

@LaBellver

Manolo Gil

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