Suenan tambores en Montreal

Llueve en la ciudad. Después del calor bochornoso estalla la tormenta. Con los pies aún mojados camino por calles llenas de vida. Agosto en Montreal: terrazas llenas de gente, obras en las calles, bicicletas. Festivales.

Decir Montreal es sentir jazz, es hablar de cine, de francofonía. Pocos conocen, sin embargo, el lado más ancestral de una ciudad que en el año 1701 acogió la firma del Tratado de Paz que ponía fin a las sangrientas guerras que habían enfrentado a indios, ingleses y franceses: la Gran Paz de Montreal. La historia, no obstante, se pondría del lado de los europeos y dejaría en segundo plano la raíz indígena de esta tierra.

Desde hace 22 años, un grupo de personas trabaja precisamente para dar visibilidad a esa parte esencial de la sociedad a través de un festival muy particular, el Festival Présence Autochtone, el festival de las Primeras Naciones. Desde hace tan sólo dos años, es un festival que ha adquirido la categoría de los más grandes y ha pasado a ocupar el eje neurálgico de la ciudad de Montreal durante 9 días, la Place des Festivals, el lugar por antonomasia para las grandes celebraciones, la arteria de la ciudad.

22 años en esta misión de dar visibilidad a lo que nunca debió dejar de ser visto, la cultura, el folklore, la historia de los pueblos indígenas. Pero esta misión va más allá de las fronteras canadienses: el Festival es un punto de encuentro imprescindible a nivel mundial. La única cita que es capaz de reunir muestras audiovisuales y cinematográficas, artesanía, música, gastronomía o literatura de todas las comunidades indígenas alrededor del mundo.
 
Nueva Zelanda, Estados Unidos, Guatemala, Australia, los bereberes del norte de África, la estepa siberiana… hay una unión más allá de las fronteras aparentes entre estos pueblos, la que otorgan las Primeras Naciones, las que se dan cita en Montreal. Empiezan a sonar los tambores en la Rue Saint-Catherine, que atraviesa la ciudad de oeste a este. Los tipis están levantados en la Plaza. La energía se siente, este año, bajo el lema “lo mejor de la creatividad indígena en todo el mundo”.

En la cinemateca, por primera vez, 5 largometrajes de ficción firmados por autores indígenas se verán en el marco del Festival en un estreno mundial. Con la atención sobre la producción del sur de Pacífico y Australia especialmente, más de 70 cintas pondrán el énfasis en transmitir ese mensaje de que estamos ante un arte universal que no entiende de barreras y que no sólo está hecho por indígenas, sino que tiene una vocación de universalidad. Lo ha demostrado el festival estos años, en que ha alcanzado la madurez con una selección de proyecciones en la que no faltan autores con reconomiento internacional, desde la Academia de Hollywood hasta Cannes.

Estamos ante un festival global: vivir la experiencia de los pueblos indígenas es también aprender de su música, que este año hace un guiño especial a los más jóvenes llevando a escena, de la mano del Festival MEG de Montreal (Festival de Música Electrónica) a nuevos músicos y artistas como The Tribe Called Red, o la música de los bereberes de Amazigh, DJ Mood y Foulane.  Vivir este Festival, estas no rutinas, es también trasladarnos con todos los sentidos a esas comunidades indígenas, a través de la gastronomía, la precolonial mexicana y la Innu. Vivir el Festival es danzar al ritmo de los tambores, siguiendo los pasos que nos marcan generaciones que nos antecedieron.

Este es un viaje en el tiempo: pasado, presente y futuro. Un viaje de conocimiento de la tradición, de la historia y el día a día de unos pueblos que siguen en la lucha por el reconocimiento, por la visibilidad. Es un viaje de los cinco sentidos: este es otro Montreal. No viene en las guías pero te cambia la vida. El Festival acaba de empezar. Nos quedan 8 días por delante. En este viaje, había un comienzo; el final se ha quedado en el tránsito. Marquen la fecha: si pueden, no se pierdan esta experiencia única.

@MariaGomez

Adrián Cordellat