Un ‘victorino’ y El Cid

La plaza de toros de Valencia acogió su tradicional Miniferia de la Virgen de los Desamparados. Para tal ocasión había prepara una corrida de Victorino y una novillada de Nazario Ibáñez que 360 Grados Press siguió al detalle.

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El festejo del sábado 12 de mayo fue de lo más esperado. Ya en Fallas, cuando los abonados sacaron sus entradas, se postuló como una de las corridas más interesantes por aquello del sello torista. Esperaba el respetable a los victorinos, nunca mejor dicho, como agua de mayo; pero lo que no llovió fue la suerte. A destacar, un buen animal que hizo quinto del que Manuel Jesús El Cid aprovechó su pitón izquierdo. El sevillano ejecutó las series de más calidad de la tarde, sobre todo, dos tandas de naturales pausadas que nos mostraron una grata dimensión del torero de Salteras; pero todo el trasteo quedó emborronado por fallar con los aceros. Lo que sí recibió fue el calor del público, que le reconoció su labor, brindada al fotógrafo Paco Cano.

Esa tarde se fue de vacío el francés Juan Bautista y Alberto Aguilar volvió a demostrar su vergüenza torera, especialmente, ante el sexto, un animal muy complicado y listo que le pidió el carné y él se lo enseñó, si bien la suerte suprema tampoco fue la acertada para rematar una faena que había empezado muy bien con dos largas cambiadas. Ante el tercero, hilvanó un trasteo muy meritorio ante un victorino difícil con el que tiró de oficio.

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Llegados al domingo 13, hubo que lamentar que ninguno de los tres novilleros –Cayetano García, Emilio Huertas y Juan Ortega– tocaron pelo, si bien Huertas fue ovacionado en su lote. Noble y repetidor fue la res que abrió plaza, así como el quinto y el sexto; mientras que en el segundo se vio la actuación más compacta de la jornada a cargo de Emilio Huertas y el cuarto fue de más a menos.

Lo cierto es que tampoco hubo suerte con las espadas -de hecho a Ortega casi le suena el tercer aviso-, lo cual hizo que las labores no acabasen de redondear, pero también es verdad que tampoco fueron faenas rematadas porque aunque los animales tuvieron buenas condiciones, algunos se apagaron pronto.

Posdata: Para no llegar a la sosería, habría que tener muy en cuenta que por muy bien que embista un morlaco de salida, si no tiene durabilidad, se acaba pasando la mano por la pared.

Inma Aznar, periodista

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