Toda la culpa es de mi madre

Por Javier Montes

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No esperaba que un drama francés comenzara arrancándome unas carcajadasy terminara pensando que es lo más parecido a un bodrio de Hollywood de esosque concluyen con un ‘y fueron felices y comieron perdices’. Toda la culpa es de mi madre, dirigidapor Cécile Telerman (2009) narra la historia de la familia Celliers, unmatrimonio sesentón con tres hijos talluditos a cual más raro y variopinto.Sobre ellos gira toda la cinta plagada de carambolas para poder llegar acontarnos algo que nos atrape al sofá. Error porque lo mejor de la película sonlas píldoras de humor del principio que nada tienen que ver con los enredos queteje el guión para llegar a nada. Mady, la madre, ama de casa, Henry, el padre,con una importante trayectoria profesional vinculada al mundo de la justicia yrecién jubilado, Antoine, el hijo mayor, director de una empresa de arroz enquiebra, Alice, una pintora vividora amiga de las malas compañías y Annabelle,enfermera en la unidad de cuidados intensivos de un hospital. De repente, porun asunto de drogas facilón aparece Jacques, un policía que solo obra buenasacciones y que primero salva a Alice, luego se enamora de ella, luego fallecesu madre y luego se entera de que su padre es a su vez el de Antoine. Culebróntotal. Primero choque de pareceres, luego amor fraternal y mientras tanto elespectador sigue la película intentando que la mente no se le vaya a SantaBárbara o a Cristal. Aquellas historias sí que enganchaban no como Toda la culpa es de mi madre. Mala espoco.

 

Por cierto, felicidades por adelantado a todas las madres.

@JavierMontesCas

Inma Aznar, periodista

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