Cual Marco Polo en pleno siglo XXI

Retroceder en el tiempo y recorrer parte de la conocida como ‘Ruta de la seda’ es posible gracias a una de las iniciativas inscritas en el año dual 2011 declarado entre España y Rusia. Así, el intercambio cultural que se inició siglos atrás vuelve a renacer en plena era de la globalización con este histórico camino de comerciantes como bandera. Sentirse cual Marco Polo pasa a ser factible en pleno siglo XXI.

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Después se llega al mar Océano, en cuyo litoral está la ciudad deCarmosa, a cuyo puerto acuden los comerciantes de la India portadores deespecias, perlas, piedras preciosas y paños de oro y seda, colmillos deelefante y otros tesoros. Esta ciudad es sede regia y tiene bajo sujurisdicción otras ciudades y aldeas. La región es caliente y malsana. Si muereen ella algún mercader extranjero, el rey de la tierra se incauta de todos susbienes“.


Quizá muchos lo reconozcan, pues este pasaje pertenece al conocidocomo Libro de las maravillas escritopor Marco Polo, un comerciante veneciano que, más que por sus negocios, se hizofamoso por sus escritos. La Ruta de laSeda fue su fuente de inspiración, porque no solo se trató de un merocamino de trasiego comercial entre Europa y Asia, sino que ésta representó unaapertura al intercambio, en su sentido más amplio, entre los diferentes pueblosde su itinerario.

 

Actualmente, la crecientecomunicación e interdependencia entre países ha permitido que las sociedadestengan una perspectiva más global. Como consecuencia, Oriente y Occidenteparecen estar más cerca en el presente. Sin embargo, ambos ‘mundos’ han estadoestrechamente relacionados desde tiempos inmemoriales. El relato de Marco Polo esla mejor prueba de ello: los chinos desde el este, los budistas en la cuencadel Ganges, los cristianos huidos de Bizancio, el imperio musulmán surgido enArabia o los diversos pueblos nómadas o sedentarios del Asia Central hancompartido un mismo espacio durante siglos. La seda fue la excusa, pero lascaravanas que salvaban las distancias pasando por cordilleras y desiertostransportaban algo más que este textil, algo que no era tangible: cultura.

 

Así, leer el Libro de las maravillas demuestra queesta ruta comercial fue una suerte de primer estadio de la globalización y su correspondienteinterconexión. Cada una de sus páginas alimenta la curiosidad. “¿Cómo sería viajar en ese otro tiempo deeste a oeste?”, se preguntaran muchos al acabar la lectura. Con elpropósito de dar respuesta a ello nace ‘LaGran Ruta de la Seda. Cáucaso y Asia Central’, una exposición que comprendetelares, tejidos, indumentarias y ornamentos procedentes del MuseoRuso de Etnografía de San Petersburgo. Todos ellos permiten realizaruna particular travesía por este histórico camino. Así, conocer de primera manola vida de los nómadas en las yurtas (sus viviendas típicas), la ritualidad delos derviches de Kalandar, las bodas de los kubachio la apariencia de georgianos, uzbecos, chechenos o turcomanos pasa a serposible.

 

Óscar Delgado

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