Leer el paisaje para comprender el mundo

El paisaje que se despliega a los lados de la carretera durante el viaje es el motivo utilizado por Olaya Pazos en su exposición Solitude para mostrar la soledad, la fugacidad y la incomunicación del ser humano de nuestro tiempo.

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En las catorce fotografías de Solitude se cuestiona la presencia del ser humano en el mundo, del artista en la realidad, la necesidad de un creador observador que atrape el entorno a su paso. Remite a los espacios de tránsito, a los no lugares de Marc Augé, testimonio inequívoco de nuestra época, esa red compleja de cables e hilos que crean conexiones entre individuos, pero no comunicación entre ellos. Y es ahí donde se adentra la cámara de Olaya Pazos, que en su viaje nos observa y se observa a sí misma recogiendo la soledad en la que vivimos.

La exposición muestra, además, el diálogo entablado entre la naturaleza y el ser humano en aspectos relativos a las formas y al concepto de movimiento.

Las creaciones humanas –las torres de alta tensión, los graneros, los medios de transporte– adoptan unas estructuras inéditas en la naturaleza: ángulos rectos, uniones lineales, formas poligonales y cilíndricas… que se integran en el paisaje generando una quiebra, una ruptura. Esto ¬al margen de criterios sociológicos, antropológicos o medioambientales– genera una realidad diferente que se adentra en un nuevo estadio artístico al crear una impresión latente de lucha, de tensión, en la que también incide el elemento textual que da título a la exposición, la soledad, la incomunicación, el aislamiento de la creación humana.

El segundo diálogo que se establece en Solitude viene definido por el concepto de movimiento, la oposición entre el dinamismo del ser humano que recorre el paisaje que observa y el estatismo de lo observado. Este contraste es una llamada de atención sobre cómo la especie humana vive en pero también al margen del mundo, está afuera y desde esa distancia lanza una mirada marginal, de tránsito, que, sin duda –en ocasiones sin pretenderlo– modifica lo que ve.

Si la lectura es viaje, un recorrido emocional por lugares remotos, por territorios desconocidos, por parajes que tan sólo existen en la mente del escritor, no parece descabellado pensar que viajar es, como vemos en Solitude, leer el paisaje, comprender el mundo.

Solitude se expone en la Casa Municipal de Cultura de Avilés (Asturias) desde el 5 hasta el 30 de diciembre de 2011.

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